domingo, 2 de octubre de 2016

Declaración de fe

Rosario Castellanos fue una de las primeras escritoras con visión de género. Declaración de fe, el libro que comentaré en este texto, es un gran ensayo, donde hace un análisis de la literatura mexicana y analiza el lugar que ocupa la mujer desde el imaginario cultural.




Sin duda, fue una de las pioneras intelectuales en declarar que no existía una cultura femenina en México y por supuesto menos en la literatura. Para comenzar la reflexión sobre este libro, voy a mencionar uno de los puntos iniciales. Rosario describe uno de los primeros libros de la literatura mexicana, el Popol Vuh, y lo toma como descripción cultural de la vida femenina en ese tiempo, ese papel de sedentarización que realiza la mujer y que al verse afectada físicamente por embarazos y crianza inicia una etapa de poco movimiento y observación.

”Poco a poco, a medida que se conocían los secretos de los vegetales y se acertaba a domesticarlos, la importancia de su ayuda fue creciendo. Se inicia de esta forma la forma de explotación de la tierra llamada horticultura a la que corresponde, en la organización social, el matriarcado en el Popol-Vuh se nos transmite una vívida imagen". 

Después nos cuenta cómo la mujer en el Popol Vuh, elige el papel de la renuncia a su trabajo en la milpa por la influencia de Tonatihu en el ámbito familiar, de esta forma también renuncia al linaje de trabajo a través de su línea materna. Al crecer la población (en aquella época) ya no era posible sostener con conocimientos rudimentarios de agricultura, por eso nace la necesidad de crecimiento y la implementación de nuevas técnicas. 

El patriarcado se impuso cuando la mujer pierde su lugar de autonomia dentro del nuevo orden. Se instituye la poligamia, como un premio de guerreros, y regalo para los ricos podía tener tantas esposas quisieran. 

Es entonces cuando el valor de la mujer no lo ostenta ni su inteligencia ni su trabajo, sólo su cuerpo. Digamos que es el inicio de una nueva época. Explica Rosario y narra el Popol Vuh, como la educación desde entonces se dividió, los niños pertenecían al a la guerra y las niñas a la casa. Ante la falta de autonomía y pérdida de territorio, la mujer se sujetó al dominio del varón donde el único valor de su género, recae en la procreación.

Ya desde aquella tiempos se configuraba culturalmente roles. El mundo novohispano replicó estas actitudes y actividades de género, ahora apoyados en la religión donde se cuida a la mujer por su capacidad de procreación y como una buena observadora del mundo que se le imponen límites. 

La mujer pierde su lugar físico en el mundo exterior, su poder de desplazamiento y quehacer se remiten al hogar, crea una relación de poder y subordinación al género masculino (el que conquista territorios). Sin duda, el nuevo lugar de la mujer quedó limitado al hogar y la crianza como fuerza de trabajo social.

Después en esta época se tiene poca memoria de mujeres, o quizás la historia no las registro, por su propia calidad de mujeres. Lo cierto es que años posteriores en el mundo novohispano surge una de las más brillantes escritoras. 

Sor Juana Inés de la Cruz es una figura femenina emblemática de este periodo de la historia, quien sin duda rompe una barrera, y se proyecta como una mujer intelectual que habla de la misógina, donde la mujer es la representación del mal y su inteligencia es menor a la del hombre, ambas creencias arraigadas en el pensamiento cristianismo. 

Castellanos cita en su ensayo: ”y como el pensamiento de la mujer no es muy firme sino movible y ligero y en poco espacio corre mucha tierra y a veces mala y llena de riscos mortales es necesario mantenerlo siempre ocupado o no dar lugar a la ociosidad que es la puerta más franca para que entre el desvarío". Fragmento tomado de de un filósofo español del siglo XV, Juan Luis Vives. 

Como leemos, evidentemente el des mérito por ser mujer tocaba todas las esferas personales de su vida. La mujer estaban al margen de la vida pública, no merecía tener mayor participación, ser cristiana (creencia mayoritaria) en la época, significaba renunciar a la auto definición de principios femeninos y a la autonomía de movimiento y crecimiento, se asumía culturalmente un sometimiento y permanencia en el hogar.

Sor Juana como muchas mujeres, fueron desafiantes a los estereotipos de la época, rompiendo barreras y creando posibilidades desde sus lugares. Aunque cabe decir que ella no fue la excepción, su libertad la arrebató a la escritura como un lugar digno para una mujer, aunque no tuviese una autonomía física. 

Declaración de fe, me deja con ese sabor de boca y reafirma el porqué seguir trabajando con la escritura de las mujeres y con mi propia escritura como una posibilidad de construcción de la feminidad desde otra visión. 

Para ser mujer, hace tiempo tuve que romper con la religión y la fe que socialmente se nombraba como correcta, porque no quise ser sometida, coartada, ni sumisa, debo decir que he sido paria y actualmente dentro del matrimonio me re defino cada día.

Después de unos años, la fe fue encontrada en las plantas, los libros y en otras mujeres que han sido netamente amorosas conmigo y con quienes he reaprendido aspectos distintos para compartir el género femenino. 

Les comparto este libro porque justo trajo reflexiones sobre cómo hábito los roles: madre, hija, hermana, esposa, compañera, etc.  Además que la pluma de Rosario es fuerte y clara, Declaración de fe es una lectura amén y reflexiva con citas directas de los libros. Les deseo que les sea grata la lectura.