viernes, 5 de agosto de 2016

Conciliar desde lo femenino



Conciliar desde lo femenino

Por: Haydee Ramos Cadena



Conciliar es un verbo arcaico, que significa unir dos visiones, dos voluntades, dos acuerdos. Un concilio que no sólo debe hacer la mujer, sino también el hombre, en su entorno y para sí mismo. Aunque muchos concilios en el pasado fueron dirigidos por hombres en el entorno, y eso creo desventaja para las mujeres, los concilios dentro de casa, la mayor parte los han establecido las mujeres.

Esta constante acción de negociación que va de lo interno a lo externo, debe ser una actividad dirigida por ambos. El concilio en el hogar es asunto de dos, luego de tres y así sucesivamente, un acompañamiento de irnos mirando a la par y en el camino dentro del territorio que habitamos en conjunto y las necesidades y libertades que habitamos. 

La cultura patriarcal nos enseñó que como mujeres debemos estar en casa, ser esclavas modernas y ser las cuidadoras del hogar en el ámbito, físico, emocional y social, pero esto no es así, no nacimos para sostener un hogar emocionalmente y ser las eternas conciliadoras que unen y mantienen a la familia. 



De hecho, esta es idea difícil de sostener para cualquier mujer sin que tenga que pagar un precio caro. Es cierto que deben existir pactos, acuerdos, concilios donde primero decía Elena Simón enseña que, para negociar, las mujeres necesitamos hacer tres pactos: el pacto intrasíquico con nosotras mismas; el pacto intragenérico entre las mujeres, y el pacto intergenérico con los hombres.
El conciliar no es una labor sólo de la mujer, en esta acción se implica a dos, el hombre también se enfrenta a negociar con sus propias emociones, querencias y voluntades por eso debe volver a verse a sí mismo desde la sensibilidad humana, no del control o el poder. Él necesita aprender a negociar frente a la mujer como una compañera para verla de igual a igual, no desde el lugar de privilegios y premisas que se han dado por verdaderas en la cultura.
Esta conciliación feminista implica primero un concilio conmigo misma, darse el tiempo de sentirse y acomodarse en un lugar agradable. Renunciar y cuestionar los mandatos culturales, sacarse las culpas y las responsabilidades que el patriarcado ha impuesto por ser mujeres. Después de auto conciliarme puedo conciliar y pedir a mi pareja que se concilie con él mismo, para luego sentarnos juntos a conciliar el territorio en común, que es lo único que se puede conciliar en la pareja: lo común.



Conciliar desde el feminismo es auto verse, auto unirse, para ser la propia habitante y defensora de los territorios propios: sea la vida misma, el cuerpo, las emociones, posesiones, etc., y con esta visión se pueden ver las herramientas e intereses propios, y darse cuenta cuáles son las cosas, situaciones, relaciones, que no se concilian con el otro. Esto lleva a concilios justos y equitativos, primero para una misma y después para mirar al otro y no como culturalmente nos han enseñado a no conciliar, a no negociar en el amor sino a darlo todo, permitirlo todo, a renunciar a territorios importantes para nosotras etc. Por eso dicen que el amor romántico mata, y eso es la pura verdad, mata la educación que tenemos sobre el amor.



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